domingo, 11 de octubre de 2009

La novela de la revolución

Como ya se dijo la mayor parte de las obras fue escrita por quienes participaron en el movimiento armado y se publicaron entre 1928 y 1940. La novela de Mariano Azuela, Andrés Pérez, maderista (1911) inicia el ciclo, y sobre todo Los de abajo (1916), 'descubierta' en una polémica periodística suscitada entre 1924 y 1925, donde se acuñó el término. Vasconcelos, secretario de Educación Pública durante la presidencia del general Obregón (1921), impulsa un gigantesco proyecto educativo y cultural, y durante su gestión se crea la escuela Mexicana de Pintura y se fomenta el muralismo (Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros), poderoso movimiento artístico que se enfrenta en su optimismo a la óptica desesperanzada y pesimista de los novelistas que pintaron el movimiento armado en cuadros rápidos y violentos, casi cinematográficos, con un lenguaje popular lleno de sonoridad y muy cercano al periodismo.
Además de las obras de Azuela d
estacan, El águila y la serpiente (1928) de Martín Luis Guzmán, ¡Vámonos con Pancho Villa! (1931) de Rafael Muñoz, Tropa vieja (1931), de Francisco L. Urquizo, Campamento (1931) de Gregorio López y Fuentes, Desbandada (1934) de José Rubén Romero, El resplandor (1937) de Mauricio Magdaleno, Cartucho (1931) y Manos de mamá (1937) de Nellie Campobello, entre otras novelas. Las consecuencias de la revolución hecha gobierno se definen en la más importante novela política mexicana, La sombra del caudillo (1929) de Guzmán
La literatura de la Revolución Mexicana refleja en sus letras el momento bélico que
se vivió entonces, debido a que las novelas de esa época dan al lector una idea de lo que fue la Revolución.
Un gran ejemplo de esto es la novela Los de abajo, de Mariano Azuela. En la novela Los de abajo, el pueblo, sin ninguna preparación militar, y sin saber por qué peleaba, era llevado a la lucha. Los diálogos en la obra, no son imaginarios, sino los que en realidad se oían en los labios de la gente del pueblo, en los cuarteles, en los campos de batalla, etc.
Otra obra que ayuda a ejemplificar perfectamente es la novela Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán. Es una novela en la que el autor, tomando el lugar del héroe habla y relata con gran claridad todos los episodios de su vida con un lenguaje apropiado a su personalidad.

El desarrollo de la novela revolucionaria dependió en gran medida del realismo que le dieron sus autores. Los temas, debido a que se limitaban a sólo unos cuantos, siempre fueron concretos.
A manera de conclusión, se infiere que la novela revolucionaria constituyó uno de los movimientos más vastos y radicales en las historia no sólo de la literatura mexicana, sino también de toda la latinoamericana. Su importancia se basa en la estrecha participación social y el íntimo contacto con el pueblo. Fue la literatura de las capas sociales revolucionarias; sus autores, casi sin excepción, se mantuvieron cerca de los trabajadores. Se concentraron en reproducir la realidad de México en formas acordes con la Revolución.
Tal vez el mayor mérito que tienen los autores, es que los surgidos del pueblo se pusieron del lado del pueblo, y eso les llevo a comprender y también a ser comprendidos, en una época donde la paz era una utopía y todos y cada uno de los integrantes del país eran socios del mismo dramatismo.

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